quarta-feira, 1 de janeiro de 2014

LA OPORTUNIDAD

Por Yolanda Marta Cañizares Martínez (Havana, Cuba)

La envidia salió en búsqueda de víctimas para ejercer su magisterio: crear el disgusto y sembrar la rivalidad y los malos deseos.
Encontró a dos buenos amigos, ella sabía que la amistad, a veces puede convertirse en un buen caldo de cultivo para ella.
Eran dos amigos que habían estudiado juntos, se habían hecho cirujanos, trabajaban juntos.
La envidia penetró en uno de ellos, en el que ella estaba segura era el más débil, su mejor posibilidad.
El ahora envidioso comenzó a ver en su amigo a un rival, vio que poseía mejores habilidades quirúrgicas que él, era el que se llevaba el éxito, él era el segundón. Hasta ahora no lo había pensado, pero la envidia se lo hacía ver.
Con alegría descubrió un día que su amigo, a escondidas, se había hecho adicto a las anfetaminas y desechó la idea de dar consejos, decidió hacer silencio. Esta adicción podía hacerle caer en un error, esa sería la oportunidad para llevarse él la gloria al enmendar el error.
La oportunidad se dio cuando un día, antes de la operación, él pudo ver el temblor en las manos del amigo. Allí estaba el momento de la probabilidad. Ese día podía ser el día.
Cuando el error efectivamente se presentó, las manos envidiosas no pudieron salvar la vida.

Entonces la envidia supo que la torpeza la había vencido.

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