Mientras pueda mirarse tu rostro destruido
y sobre él erigirse una lágrima fuerte;
mientras pueda la luz, tan tuya, contemplarte
iluminando el rumbo postrero de tu frente...
¡aún no será toda la muerte,
sino un poco de muerte...
¡Nada más que un poco de muerte!
Cuando llevemos tu ataúd em hombros
y em la casa se queden llorando las mujeres
y llorando
los hombres el dolor infinito
de perderte...
¡aún no será toda la muerte,
sino un poco de muerte...
¡Nada más que un poco de muerte!
Cuando ya estés debajo de la tierra
en gusanos y polvo convirtiéndote;
cuando ya estés cubierto de agua negra
hundido en la sombra para siempre...
¡aún no será toda la muerte,
sino un poco de muerte...
Nada más que un poco de muerte!
Cuando los que hoy te lloran y los que, tristes,
callan
al ver cómo han caído tus oriflamas verdes,
mañana no recuerden tu juventud radiante
ni limpia frescura de tu presencia alegre...
¡Entonces sí será toda la muerte!
¡Toda la muerte...!
Pero si te has resuelto, con tu copa colmada,
a verter su licor en las zonas dolientes,
y mueres batallando por libertar al hombre
de las cadenas frías que lo hieren...
Aunque ya estés caído...
Aunque ya estés inerte...
¡Para ti no habrá muerte!
¡No habrá muerte!
Sobre o autor: Manuel Navarro Luna foi um poeta e jornalista cubano.
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